Huawei: el gigante tecnológico chino que nació de la nada y se enfrenta a un duro presente

Huawei: el gigante tecnológico chino que nació de la nada y se enfrenta a un duro presente

Huawei es una de las empresas más grandes e influyentes del sector de la tecnología. Sus productos y servicios se utilizan en más de 170 países y por más de 3.000 millones de personas. Sin embargo, la compañía china también se ha visto envuelta en una serie de conflictos y controversias que han afectado a su reputación y a su negocio. ¿Cómo se ha convertido Huawei en lo que es hoy? ¿Qué desafíos tiene que afrontar en el futuro? En este artículo repasamos la historia de Huawei, desde sus humildes orígenes hasta su actual situación.

Los inicios: un ingeniero con una visión

Huawei fue fundada en 1987 por Ren Zhengfei, un ingeniero que había trabajado en el Ejército Popular de Liberación de China. Ren tenía 44 años y solo 3.000 dólares para iniciar su proyecto. Su idea era distribuir productos importados de conmutación telefónica (PBX) en el mercado chino, que en aquel entonces estaba dominado por empresas extranjeras.

Ren no tenía experiencia empresarial ni contactos políticos, pero sí una gran determinación y una visión clara: aprovechar las oportunidades que ofrecía la apertura económica de China y el desarrollo de las telecomunicaciones. Con una pequeña oficina en Shenzhen y tres empleados, Ren empezó a vender los equipos PBX a hoteles, fábricas y oficinas.

En 1989, Huawei dio un paso importante: comenzó a desarrollar y fabricar sus propios productos PBX, adaptados a las necesidades del mercado local. Para ello, Ren contrató a ingenieros talentosos y les ofreció incentivos basados en el rendimiento y la participación accionarial. Así, Huawei se convirtió en una empresa privada propiedad de sus empleados.

La expansión nacional: innovación e inversión

En los años 90, Huawei siguió creciendo y diversificando su oferta de productos. La compañía se centró en la investigación y el desarrollo (I+D) de tecnologías de redes digitales, como las redes móviles GSM y CDMA. Para ello, invirtió alrededor del 10% de sus ingresos anuales en I+D y estableció varios centros de investigación en China y en el extranjero.

Huawei también apostó por expandirse por todo el territorio chino, especialmente por las zonas rurales y remotas, donde había una gran demanda de servicios de telecomunicaciones. La compañía ofreció soluciones asequibles y personalizadas a los operadores locales, ganándose su confianza y lealtad. Así, Huawei logró competir con las grandes empresas extranjeras que dominaban el mercado urbano.

En 1997, Huawei obtuvo su primer contrato internacional: suministrar equipos de red fija a Hong Kong. Al año siguiente, la compañía lanzó su primer teléfono móvil, el C300. En 1999, Huawei alcanzó los 1.000 millones de dólares en ingresos anuales.

La expansión internacional: calidad y competitividad

En el siglo XXI, Huawei se propuso conquistar el mercado global de las telecomunicaciones. Para ello, la compañía siguió invirtiendo en I+D e innovando en productos y servicios. Huawei desarrolló tecnologías como las redes ópticas DWDM, las redes móviles 3G y 4G, los routers IP de alto rendimiento o las soluciones cloud computing.

Huawei también se esforzó por mejorar la calidad y la competitividad de sus productos, obteniendo certificaciones internacionales y reduciendo los costes de producción. La compañía estableció alianzas estratégicas con operadores globales como Vodafone, British Telecom o Telefónica, así como con proveedores como IBM o Microsoft.

Además, Huawei amplió su presencia internacional abriendo filiales

La caída: sanciones, escasez y competencia

Sin embargo, en 2021 Huawei sufrió su primera caída anual de ingresos en su historia. La compañía registró unos ingresos de 91.190 millones de euros, un 28,5% menos que en el año anterior. Su beneficio neto también se redujo un 10%, hasta los 7.850 millones de euros.

¿A qué se debe este descenso tan pronunciado? La principal razón es el impacto de las sanciones impuestas por Estados Unidos, que han limitado el acceso de Huawei a componentes y tecnologías clave para sus negocios. Por ejemplo, Huawei no puede comprar chips de última generación para sus teléfonos móviles ni usar el sistema operativo Android con los servicios de Google.

Estas restricciones han obligado a Huawei a vender parte de su negocio de telefonía móvil a una empresa llamada Honor, que ahora opera como una marca independiente. Así, Huawei ha perdido una importante fuente de ingresos y cuota de mercado en el sector de los smartphones, donde ha sido superado por otros fabricantes chinos como Xiaomi, Oppo o Vivo.

Otro factor que ha afectado a Huawei es la escasez global de semiconductores, que ha provocado un aumento de los costes y una menor disponibilidad de componentes para sus productos. Esta situación se debe a la alta demanda de chips por parte de diversos sectores, como el automotriz o el informático, así como a las interrupciones en la cadena de suministro causadas por la pandemia.

Además, Huawei se ha enfrentado a una mayor competencia en el mercado de las telecomunicaciones, especialmente en el ámbito del 5G. Algunos países han excluido a Huawei de sus redes 5G por motivos de seguridad nacional o presión política, lo que ha beneficiado a otros proveedores como Ericsson, Nokia o Samsung.

El futuro: supervivencia e innovación

Ante este escenario adverso, Huawei ha adoptado una estrategia basada en la supervivencia y la innovación. Por un lado, la compañía ha tratado de optimizar sus recursos y reducir sus gastos para mantener su rentabilidad y solvencia. Por otro lado, ha seguido invirtiendo en investigación y desarrollo para crear nuevas tecnologías y productos que le permitan recuperar su posición en el mercado.

Entre las apuestas de Huawei para el futuro se encuentran:

HarmonyOS: se trata del sistema operativo propio de Huawei, que pretende ser una alternativa a Android y ofrecer una experiencia integrada entre diferentes dispositivos inteligentes, como teléfonos móviles, tabletas, televisores o relojes.

HMS: son los servicios móviles de Huawei, que incluyen aplicaciones propias y de terceros para sustituir a los servicios de Google. Entre ellos se encuentran la tienda AppGallery, el navegador Petal Search o el asistente virtual Celia.

HiSilicon: es la división encargada de diseñar los chips para los productos de Huawei. Ante la imposibilidad de comprar chips a proveedores externos, Huawei ha intensificado sus esfuerzos para desarrollar sus propios procesadores y reducir su dependencia tecnológica.

Cloud: es el negocio de computación en la nube de Huawei, que ofrece soluciones y servicios basados en la inteligencia artificial para empresas y organizaciones. Huawei quiere competir con gigantes como Amazon Web Services o Microsoft Azure en este sector en crecimiento.

HMS Core: es un conjunto de herramientas y capacidades que facilitan el desarrollo de aplicaciones para los dispositivos de Huawei. Incluye funciones como reconocimiento facial, realidad aumentada, mapas o pagos móviles.

Huawei tiene claro que su camino no será fácil ni rápido. La compañía espera seguir enfrentando dificultades y presiones en los próximos años. Pero también confía en su capacidad de innovación y adaptación para superar los obstáculos y volver a ser un líder global en el sector tecnológico.

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