Cómo elegir entre bonos, acciones, divisas y materias primas: conceptos básicos y criterios de inversión

Cómo elegir entre bonos, acciones, divisas y materias primas: conceptos básicos y criterios de inversión

Los mercados financieros ofrecen una gran variedad de activos en los que podemos invertir nuestro dinero. Cada uno de ellos tiene sus características, su funcionamiento y su rentabilidad potencial. En este artículo vamos a explicar qué son los bonos, las acciones, las divisas y las materias primas, cómo funcionan y cómo saber en cuál podemos invertir según nuestro perfil de riesgo y nuestros objetivos.

Bonos

Los bonos son títulos de deuda que emiten los gobiernos o las empresas para financiarse. El comprador del bono presta su dinero al emisor y recibe a cambio unos intereses periódicos y el reembolso del capital al vencimiento del bono. Los bonos se negocian en el mercado de renta fija y su rentabilidad depende del precio de compra, el cupón o interés que paga el bono y el plazo hasta el vencimiento.

Los bonos suelen tener menos riesgo que las acciones, pero también menor rentabilidad potencial. El riesgo principal de los bonos es el riesgo de crédito, es decir, la posibilidad de que el emisor no pueda pagar los intereses o el principal del bono. Este riesgo se mide mediante la calificación crediticia o rating que otorgan las agencias especializadas. Cuanto mayor sea el rating, menor será el riesgo y menor será el interés que paga el bono. Por ejemplo, los bonos soberanos de países desarrollados como Estados Unidos o Alemania tienen un rating AAA, el más alto posible, y pagan unos intereses muy bajos. Por el contrario, los bonos de países emergentes o con problemas fiscales como Argentina o Grecia tienen un rating muy bajo o incluso basura, y pagan unos intereses muy altos.

Otro riesgo de los bonos es el riesgo de mercado, es decir, la posibilidad de que el precio del bono varíe por cambios en las condiciones del mercado. Por ejemplo, si suben los tipos de interés, los bonos existentes pierden valor porque hay otros bonos nuevos que pagan más interés. Por el contrario, si bajan los tipos de interés, los bonos existentes ganan valor porque hay otros bonos nuevos que pagan menos interés. Este riesgo se mide mediante la duración del bono, que indica la sensibilidad del precio del bono a los cambios en los tipos de interés. Cuanto mayor sea la duración, mayor será el riesgo y mayor será la rentabilidad potencial.

Para invertir en bonos podemos comprarlos directamente en el mercado primario (cuando se emiten) o secundario (cuando se negocian entre inversores), o bien a través de fondos de inversión o ETFs que invierten en una cartera diversificada de bonos. Los fondos y ETFs nos permiten acceder a distintos tipos de bonos según su emisor (gubernamental o corporativo), su plazo (corto, medio o largo), su divisa (euro, dólar, etc.) o su rating (alto, medio o bajo).

Acciones

Las acciones son partes alícuotas del capital social de una empresa que otorgan a su propietario derechos económicos (como recibir dividendos) y políticos (como votar en las juntas de accionistas). Las acciones se negocian en el mercado de renta variable y su rentabilidad depende de la evolución del precio de la acción en el mercado y de los dividendos que reparta la empresa.

 

Las acciones tienen más riesgo que los bonos, pero también mayor rentabilidad potencial. El riesgo principal de las acciones es el riesgo empresarial, es decir, la posibilidad de que la empresa tenga malos resultados o quiebre. Este riesgo se mide mediante indicadores financieros como la rentabilidad sobre recursos propios (ROE), el beneficio por acción (BPA), el ratio precio/beneficio (PER) o el ratio precio/valorcontable (P/BV) o el valor en libros (BV). Estos indicadores nos ayudan a valorar si una acción está cara o barata en relación con sus beneficios o su patrimonio.

Otro riesgo de las acciones es el riesgo de mercado, es decir, la posibilidad de que el precio de la acción varíe por cambios en las condiciones del mercado. Por ejemplo, si hay una crisis económica, una guerra o una pandemia, las acciones pueden caer por el pánico de los inversores. Este riesgo se mide mediante la volatilidad del precio de la acción, que indica la variabilidad o dispersión de los rendimientos. Cuanto mayor sea la volatilidad, mayor será el riesgo y mayor será la rentabilidad potencial.

Para invertir en acciones podemos comprarlas directamente en el mercado bursátil, donde se cotizan las acciones de las empresas que han salido a bolsa mediante una oferta pública de venta (OPV) o una oferta pública de suscripción (OPS). Otra opción es invertir a través de fondos de inversión o ETFs que invierten en una cartera diversificada de acciones. Los fondos y ETFs nos permiten acceder a distintos tipos de acciones según su sector (tecnológico, financiero, industrial, etc.), su tamaño (grande, mediano o pequeño), su estilo (crecimiento o valor) o su región (nacional, europea, global, etc.).

Divisas

Las divisas son las monedas extranjeras que se utilizan para realizar transacciones internacionales. El tipo de cambio es el precio de una moneda en términos de otra. Las divisas se negocian en el mercado Forex (Foreign Exchange) y su rentabilidad depende de las fluctuaciones del tipo de cambio entre las distintas monedas.

Las divisas tienen un riesgo elevado debido a la volatilidad del mercado Forex y a los efectos del apalancamiento. El apalancamiento es la capacidad de operar con más dinero del que se tiene, multiplicando así la rentabilidad y el riesgo. Por ejemplo, si se opera con un apalancamiento de 10:1, se puede invertir 10.000 euros con solo 1.000 euros de capital propio. Si el tipo de cambio sube un 10%, se gana 1.000 euros, que equivalen al 100% del capital propio. Pero si el tipo de cambio baja un 10%, se pierde 1.000 euros, que equivalen al 100% del capital propio.

Para invertir en divisas podemos hacerlo directamente en el mercado Forex a través de un broker online que nos ofrece una plataforma de trading donde podemos comprar y vender divisas al instante. Otra opción es invertir a través de fondos de inversión o ETFs que invierten en una cartera diversificada de divisas. Los fondos y ETFs nos permiten acceder a distintos tipos de divisas según su fortaleza (dólar, euro, yen, etc.), su región (América, Europa, Asia, etc.) o su categoría (mayores, menores o exóticas).

Materias primas

Las materias primas son productos básicos que se utilizan como insumos en la producción de otros bienes o servicios. Algunos ejemplos son el petróleo, el oro, el trigo o el café. Las materias primas se negocian en el mercado de comodines y su rentabilidad depende de la oferta y la demanda de cada producto, así como de factores externos como el clima, la geopolítica o la especulación.

Las materias primas tienen un riesgo alto debido a su alta volatilidad y a los efectos del apalancamiento. Al igual que en el caso de las divisas, el apalancamiento permite operar con más dinero del que se tiene, aumentando así la rentabilidad y el riesgo. Por ejemplo, si se opera con un apalancamiento de 20:1, se puede invertir 20.000 euros con solo 1.000 euros de capital propio. Si el precio del petróleo sube un 5%, se gana 1000 euros, que equivalen al 100% del capital propio. Pero si el precio del petróleo baja un 5%, se pierde 1.000 euros, que equivalen al 100% del capital propio.

Para invertir en materias primas podemos hacerlo directamente en el mercado de comodines a través de un broker online que nos ofrece una plataforma de trading donde podemos comprar y vender contratos de futuros o de opciones sobre materias primas. Estos contratos son acuerdos para comprar o vender una cantidad determinada de una materia prima a un precio y en una fecha futura. Otra opción es invertir a través de fondos de inversión o ETFs que invierten en una cartera diversificada de materias primas. Los fondos y ETFs nos permiten acceder a distintos tipos de materias primas según su categoría (energía, metales, agricultura o ganadería).

Para saber en qué tipo de activo financiero podemos invertir debemos tener en cuenta varios factores, como nuestro perfil de riesgo, nuestro horizonte temporal, nuestros objetivos y nuestra estrategia.

 

El perfil de riesgo es la disposición y la capacidad que tenemos para asumir pérdidas en nuestras inversiones. Depende de nuestra personalidad, nuestra situación financiera y nuestra experiencia. Según nuestro perfil de riesgo podemos ser conservadores, moderados o arriesgados. Los inversores conservadores prefieren los activos con menor riesgo y menor rentabilidad, como los bonos. Los inversores moderados buscan un equilibrio entre riesgo y rentabilidad, como las acciones. Los inversores arriesgados optan por los activos con mayor riesgo y mayor rentabilidad, como las divisas o las materias primas.

El horizonte temporal es el plazo que tenemos para mantener nuestras inversiones. Depende de nuestros objetivos y nuestra liquidez. Según nuestro horizonte temporal podemos ser cortoplacistas, medioplacistas o largoplacistas. Los inversores cortoplacistas realizan operaciones de trading con una duración de minutos, horas o días. Los inversores medioplacistas mantienen sus inversiones durante semanas, meses o años. Los inversores largoplacistas invierten a muy largo plazo, con una perspectiva de décadas.

Los objetivos son las metas que queremos alcanzar con nuestras inversiones. Dependen de nuestras necesidades y expectativas. Según nuestros objetivos podemos ser defensivos, neutrales o agresivos. Los inversores defensivos buscan preservar su capital y obtener una renta fija periódica. Los inversores neutrales buscan obtener una rentabilidad moderada y diversificar su cartera. Los inversores agresivos buscan maximizar su rentabilidad y aprovechar las oportunidades del mercado.

La estrategia es el plan que seguimos para elegir y gestionar nuestras inversiones. Depende de nuestro análisis y nuestra disciplina. Según nuestra estrategia podemos ser fundamentales, técnicos o mixtos. Los inversores fundamentales basan sus decisiones en el estudio de los factores que afectan al valor intrínseco de los activos, como los estados financieros, las noticias o los indicadores macroeconómicos. Los inversores técnicos basan sus decisiones en el estudio de los patrones que se forman en los gráficos de precios de los activos, utilizando herramientas como las tendencias, los soportes, las resistencias o los indicadores técnicos. Los inversores mixtos combinan ambos tipos de análisis para tener una visión más completa del mercado.

En conclusión, los bonos, las acciones, las divisas y las materias primas son cuatro tipos de activos financieros que podemos invertir según nuestro perfil de riesgo, nuestro horizonte temporal, nuestros objetivos y nuestra estrategia. Cada uno tiene sus ventajas y desventajas, por lo que es importante conocerlos bien y diversificar nuestra cartera para reducir el riesgo y aumentar la rentabilidad.

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